
Aunque se presentaban cuatro posibilidades en el firmamento político dominicano, de acuerdo con la apreciación de Walter, en 1914, solo dos estrellas brillaban con posibilidades reales: Horacio Vásquez y Juan Isidro Jiménez. A Federico Velázquez lo comparaba con un pequeño cometa y el general Luis Felipe Vidal lo asociaba a una estrella lejana, pequeña y con poca luz.
Mientras el pueblo dominicano era un espectador pasivo, los Estados Unidos advertían que no tolerarían más cambios en el panorama político, aplatanando su lenguaje demandaba: “Ceño Ceferino, mire bien que estrella le conviene, porque después de puesta V. No me la va a quitar”. Este observatorio presentaba un pueblo que deponía las armas, al dejar el machete en su vaina a un lado, mientras analizaba las diferentes posibilidades en el escenario político dominicano. Esta aparente pasividad tenía en el fondo la amenaza de la intervención militar del Tío Sam.