Los “pueblistas” como llamaba el campesino a las personas que viven en el pueblo quizás no han participado nunca, pero ¿quién no ha oído hablar de las velas? Comparto con ustedes algunas informaciones sobre esta original costumbre nuestra, que, aunque la hemos oído mencionar no siempre conocemos sus rituales.
La vela o velación es una práctica religiosa-festiva que se implantó en el país hace muchos años y que aun conserva el respeto, la devoción y su popularidad pero que al mismo tiempo tiene detractores en las sociedades campesinas. Ramón Emilio Jiménez explica que el nombre viene del hecho que se realizaban durante toda la noche, o sea, se pasaba la noche en vela.
Según la región del país y el tipo de vela el ritual es diferente, puede celebrarse de día o de noche y ser bailables o no. En Valverde, se celebran de noche y son generalmente bailables, a diferencia de los campos de Santiago que ocurren de día. En Puerto Plata también son actividades diurnas. En San Juan de la Maguana el programa inicia con el coro entonando “La Salve” para luego mezclar atabales, bailes y cantos durante toda la noche. Santiago Peña Sosa explica que hay dos tipos de atabales o palos: palos abajo utilizados para rezar y los palos arriba para bailar.
Existen dos tipos de velas: el primer tipo las “de muertos” llamadas también “rincón” en el sur del país, sobre todo en Villa Mella y Azua. Se realizan a los nueve días o al cumplirse un año de la muerte, en este caso son conocidas como “cabo de año”. Se exige mucho respeto en el espacio donde se reza, no se brinda alcohol solo café, sancocho o la comida preferida del finado; únicamente en la cocina se toleran algunos cuentos. El altar, también llamado “túmulo”, se hace con un entramado de tablas cubierto por tela negra, un crucifijo o la imagen de un santo y velas o lámparas encendidas. Cuatro elementos no pueden faltar en un altar: tijeras para cortar la mecha de las velas o lámpara, un plato para colocar esas mechas quemadas, un recipiente para la ofrenda y “un vaso de agua para el anima o fantasma del muerto”. Debajo del altar también se coloca un plato con la comida favorita del difunto. En el pueblo las velas se conocen como rezos.
Las rezadoras, parte importante en estas celebraciones, son muy conocidas en los campos y las ciudades, ellas se encargan de dirigir las oraciones y cantos frente al altar durante dos horas en ambos tipos de celebraciones.
El segundo tipo de velas son las “de ofrecimiento” o “de canto” las cuales pueden tener diferentes motivaciones: para pedir la lluvia, por el éxito en un negocio o proyecto como también en honor del santo de la devoción de quien la ofrece o de una comunidad, en este caso se realizan en el día asignado a este en el santoral. Al tener un santo como patrón, las velas son para las sociedades campesinas una de sus principales actividades en el año. Las adivinanzas, los cuentos y los cantos bailables logran la participación e integración de los invitados. En algunos lugares, luego de la vela se hacen cabalgatas, es decir salen en los mejores caballos a pasear por la comunidad.
Pedro Terreiro, natural de Barahona, explica que desde temprano se busca agua bendita ya que el altar requiere para su instalación el área completamente purificada, poniendo especial atención a la limpieza de las esquinas, donde se cree “habitan los espíritus”; además, se coloca un velón encendido en el centro de la habitación hasta que se consuma. A diferencia de la vela de muerto, en el altar se colocan sabanas blancas unidas con alfileres. Delante de ellas una mesa forrada de percal y un crucifijo iluminado por velas.
El ritual, según Ney Finke, inicia cuando la persona que promueve la actividad invita a sus amigos y relacionados para que asistan a su casa. Luego del saludo al promotor de la vela, se inician los cánticos religiosos y oraciones dirigidos por la rezadora. El devoto trabaja todo el año para ser espléndido en esta ocasión, mientras mejor queda la actividad mayo prestigio adquiere él y su familia.
El sonido del acordeón, de la tambora y de la güira da comienzo a la parte festiva de la actividad. El café se brinda desde temprano y tanto los cigarros como los “cabos” se comparten de boca en boca. El puerco asado y el sancocho acompañados de los tragos mantienen el ánimo durante toda la noche. El canto de los gallos anuncia el fin de la vela y las rimas entonadas a lo largo del camino a sus hogares, muestran el miedo y la falta de comprensión del rol de la mujer
“Hay que entendei la mujei
poique ella e cómo la avipa,
que si uno la floja, vuela,
y si uté la aprieta, pica.”